Introducción: En diciembre de 1973, cerca de la ciudad de Chang sha (China), concretamente en la tumba nº 3 del periodo Han sito en
Ma wang dui, son hallados varios libros de seda de incalculable valor histórico, entre ellos dos ejemplares del libro que nos interesa:
Dao de jing (Libro del Dao (=Camino)), de un profundo significado filosófico, social y ético (o moral si se prefiere). Varias han sido sus interpretaciones y reinterpretaciones, muchos estudiosos quieren dar o quitar a su antojo, yo os lo ofrezco tal cual (en lectura directa o en formato PDF) para que cada cual lo interprete como quiera, algo así querría su mítico, y quizá inexistente autor:
Lao Tse (
Laozi), llamados por unos Gran Maestro, es la base del taoísmo, y el legismo; confrontados ambos al confucianismo que acabaría prevaleciendo, posteriormente tras la caída del Imperio Han…
Dice Laozi:
“El hombre de virtud superior no es virtuoso,
y por ello está en posesión de la virtud.
El hombre de virtud inferior se aferra a la virtud,
y por eso carece de virtud.
El hombre de virtud superior no actúa,
ni pretende alcanzar fin alguno.
Quien posee la más alta benevolencia actúa,
mas no pretende alcanzar fin alguno.
Quien posee la más alta rectitud actúa,
y siempre busca algún fin.
Quien observa altamente los ritos actúa,
mas nadie hace caso de él,
y entonces extiende sus brazos y les hace fuerza (para que le respeten).
De suerte que tras la pérdida del camino aparece la virtud,
tras la pérdida de la virtud aparece la benevolencia,
tras la pérdida de la rectitud aparecen los ritos.
Los ritos, menoscabo de la lealtad y la confianza,
son el principio de un gran desorden.
La presciencia es vano ornamento del camino,
y principio de la necedad.
De ahí que los grandes hombres se atengan a lo que aumenta y no a lo que menoscaba,
se atengan a la esencia y no a un vano ornamento.
Por eso rechazan lo uno y adoptan lo otro.
Antaño alcanzaron el uno:
el cielo alcanzó el uno y se detuvo,
la tierra alcanzó el uno y se calmó,
los espíritus alcanzaron el uno y se tornaron eficaces,
los valles alcanzaron el uno y se colmaron,
los señores y reyes alcanzaron el uno y se convirtieron en norma del mundo.
De lo que se deduce que
sin esa quietud quizá el cielo se hubiera resquebrajado,
sin esa calma quizá la tierra se hubiera hundido,
sin esa eficacia quizá los espíritus hubieran desaparecido,
sin ese culmen quizá los valles se hubieran agostado,
sin esa nobleza quizá los señores y reyes se hubieran visto derribados.
Por eso la nobleza tiene necesariamente su raíz en lo humilde,
y necesariamente lo superior tiene a lo inferior por fundamento.
De ahí que los señores y los monarcas se nombren a sí mismos «huérfano», «menguado», «indigno»;
¿no es esto, acaso, tomar lo humilde por raíz?
Poseer infinidad de carruajes es no poseer carruaje alguno.
He ahí la razón por la que (el sabio) no desea brillar como el jade
ni ser duro como la roca.
Un letrado superior oye hablar del camino,
y puede ejercitarlo con dedicación.
Un letrado mediano oye hablar del camino,
y tan pronto lo guarda como lo deja.
Un letrado inferior oye hablar del camino,
y estalla en risotadas.
Si no se riera de él, no podría ser tenido por el verdadero camino.
Por eso reza el proverbio:
«El camino, luminoso, parece oscuro;
el camino, que avanza, parece retroceder;
el camino, llano, parece desigual».
La suprema virtud parece no ser bastante.
La firme virtud parece debilidad,
la pura verdad parece falsedad,
el gran cuadrado no tiene ángulos.
La gran vasija tarda mucho en hacerse,
el gran sonido raramente se oye,
la gran imagen no tiene forma,
el camino, en su inmensidad, no se puede describir.
Sólo el camino puede engendrar y llevar a la plenitud.
Retornar al principio, he ahí el movimiento del camino.
La debilidad, he ahí lo propio del camino.
Las cosas del mundo nacen del ser;
el ser nace del no-ser.
El camino engendra al uno,
el uno engendra al dos,
el dos engendra al tres,
el tres engendra a los diez mil seres.
Los diez mil seres albergan en su seno el yin y el yang,
cuyas energías vitales chocan para tornarse en armónica unidad.
Lo más aborrecido de los hombres,
es la orfandad, la pobreza, la indignidad;
mas ved que así es como monarcas y señores se nombran a sí mismos.
Pues las cosas crecen cuando las menguas,
y menguan cuando las aumentas.
Lo que otros me han enseñado,
también yo lo enseño a los demás.
Quien abusa de su fuerza no tendrá buen fin;
de esto haré la guía de mi doctrina.
Lo más débil del mundo,
cabalga sobre lo más fuerte que en el mundo hay.
El no-ser penetra donde no existe el menor resquicio.
De ahí conozco yo el provecho del no-actuar.
La enseñanza sin palabras,
el provecho del no-actuar,
pocas cosas en el mundo se les puede comparar.
El buen nombre o la propia vida,
¿qué nos es más caro?
La propia vida o las riquezas,
¿qué es más valioso?
Ganar o perder,
¿qué es peor?
Por eso una gran ambición conduce forzosamente a la entera ruina,
y quien mucho atesora por fuerza ha de sufrir grande pérdida.
Y de ahí que quien sabe contentarse no conozca la humillación,
quien sabe detenerse no reciba daño,
y pueda vivir largo tiempo.
La gran perfección parece imperfecta,
mas su eficiencia no sufre merma.
La gran plenitud parece vacía,
mas su eficiencia nunca se agota.
Lo más recto parece curvo;
el mayor dialéctico parece tartaja.
El más diestro parece torpe;
lo más completo parece insuficiente.
La agitación triunfa del frío,
el reposo vence al calor.
Quien conoce la reposada quietud,
puede llegar a ser señor del mundo.
Cuando el camino reina en el mundo,
los corceles acarrean estiércol.
Cuando no reina el camino,
aun las yeguas paren en el campo de batalla.
No hay crimen mayor que dejarse arrastrar por los deseos;
no hay mayor desgracia que no saberse nunca contento;
no hay defecto más doloroso que la ambición.
Por eso el contento del que sabe contentarse,
es contento perdurable.
Sin salir de tu propia casa,
puedes conocer el mundo.
Sin mirar por la ventana,
puedes conocer el camino del cielo.
Cuanto más lejos vayas,
más pequeño será tu saber.
Por eso el sabio conoce sin viajar,
distingue sin mirar,
realiza su obra sin actuar.
Quien se entrega al estudio,
crece día a día;
quien escucha el camino,
empequeñece día a día;
mengua y mengua hasta llegar al no-actuar,
y como no actúa, nada hay que dejar de hacer.
Quien aspire a conquistar el mundo,
téngase siempre libre de todo negocio.
Quien de negocios se ocupa,
no podrá conquistar el mundo.
El sabio no tiene nunca una mente propia;
hace suya la mente del pueblo llano.
Sé bueno con quienes lo son contigo,
y también con quienes no lo son:
he ahí la entera bondad.
Sé leal con quienes lo son contigo,
y también con quienes no lo son:
he ahí la entera lealtad.
El sabio vive en el mundo,
en un sobrio no-actuar;
gobierna el mundo,
con una simpleza cabal.
Las gentes del pueblo fijan en él sus ojos,
y el sabio a todos trata como a niños.
Vive el hombre entre la vida y la muerte;
de diez, tres (posibilidades) tiene de sobrevivir,
de diez, tres (posibilidades) tiene de perecer,
y tres también son las (posibilidades) de que perezca
el que se esfuerza por sobrevivir.
¿Cuál es de ello la ocasión?
Porque se aferran a la vida.
Tengo oído decir que quien sabe guardar su vida,
no ha menester evitar rinocerontes y tigres cuando camina por los montes,
ni portar armas y coraza en el campo de batalla.
El rinoceronte no halla en él lugar donde cornear,
ni el tigre donde clavar sus garras,
ni las armas donde aplicar su filo.
¿Cuál es de ello la ocasión?
Porque no hay en él lugar para la muerte.
El camino engendra,
la virtud alimenta,
la materia da forma,
y así se hacen las cosas todas.
Por eso los diez mil seres representan al camino y honran a la virtud.
Si se respeta el camino,
y se honra a la virtud,
no es porque alguien los haya encumbrado,
sino porque (ambos) siempre se mantienen en la espontánea naturalidad.
El camino,
engendra y alimenta,
hace crecer y madurar,
da estabilidad y sosiego,
edifica y protege.
Engendra sin apropiarse,
ayuda sin hacer alarde,
hace crecer mas no gobierna,
es su nombre misteriosa virtud.
El mundo tiene un principio,
que es la madre del mundo.
Quien consigue a la madre,
conoce a los hijos;
quien conoce a los hijos,
conserva a la madre,
y acaba sus días sin menoscabo alguno.
Tapa las aberturas,
cierra las puertas,
y acabarás tus días sin fatiga alguna.
Si franqueas las aberturas,
y en los negocios te afanas,
acabarás tus días sin salvación posible.
Ver lo menudo se llama clarividencia,
conservarse débil se llama fortaleza.
Así excusarás tu ruina,
eso se llama amoldarse a lo permanente.
Si tuviera una chispa de sabiduría,
anduviera yo por el gran camino,
con el solo temor de extraviarme.
Asaz de llano es el gran camino,
mas las gentes gustan de los tortuosos senderos.
La corte está hondamente corrompida;
los campos, enteramente abandonados;
los graneros, completamente vacíos.
Lujosos ropajes,
afiladas espadas al cinto,
manjares hasta saciarse
y riquezas sin cuento,
a los tales se les debe llamar jefes de bandoleros.
Un jefe de bandoleros
lejos está del camino.
Lo bien arraigado no se puede arrancar,
lo bien abrazado no se puede soltar,
y así las generaciones futuras nunca dejarán de celebrar el culto de sus antepasados.
Si cultivas (el camino) en tu propia persona,
tu virtud será verdadera.
Si lo cultivas en el gobierno de tu familia,
tu virtud será sobrada.
Si lo cultivas en el gobierno de tu aldea,
tu virtud será prolongada.
Si lo cultivas en el gobierno del Estado,
tu virtud será abundante.
Si lo cultivas en el gobierno del mundo,
tu virtud se hará universal.
Obsérvase a los demás desde la propia persona,
obsérvase a las otras familias desde la propia familia,
obsérvase a las otras aldeas desde la propia aldea,
obsérvase a los otros Estados desde el propio Estado,
obsérvase a los otros mundos desde el propio mundo.
¿Cómo puedo saber que el mundo es así?
Por todo esto.
El hombre de honda virtud,
aseméjase a un recién nacido.
No le pican avispas ni escorpiones,
ni venenosas sierpes le muerden,
ni le atacan las aves de presa,
ni las bestias salvajes le agreden;
débiles son sus huesos y tendones,
mas su mano ase con firmeza.
Aún no conoce la unión de hombre y mujer,
mas su miembro se enfurece,
tanto su energía vital es extrema.
Llora todo el día y no enronquece,
que su armonía es perfecta.
Conocer la armonía, permanencia;
conocer lo permanente, clarividencia;
correr tras los goces de la vida, desgracia;
una mente que dirige la energía vital, fortaleza.
Cuando las cosas se hacen fuertes envejecen;
llámase a esto apartarse del camino,
y lo que se aparta del camino pronto perece.
El que sabe no habla,
el que habla no sabe.
Tapa las aberturas,
cierra las puertas,
oculta el brillo,
únete al sucio (mundo),
embota los filos,
desenreda la maraña.
A eso nombran misteriosa identidad.
Y así en ella no puede haber próximos,
ni tampoco extraños;
ni puede haber beneficios,
ni perjuicio tampoco;
ni puede haber honor,
ni tampoco desprecio.
Por eso es lo más noble del mundo.
Gobiérnase un Estado con normas permanentes;
úsase en la guerra de tácticas cambiantes;
el mundo se conquista no dándose a los negocios.
¿Cómo sé que es así?
Cuantas más prohibiciones en el mundo,
mayor es la miseria de las gentes.
Cuantas más herramientas tiene el pueblo,
mayor desorden reina en el Estado.
Cuanta más inteligencia tiene el pueblo,
más productos extraños surgen por doquier.
Cuanto más patentes las leyes y decretos,
más abundan ladrones y bandidos.
Por eso dice el sabio:
No actúo, y el pueblo se acomoda por sí mismo;
gusto de la quietud, y el pueblo se reforma por sí mismo;
de nada me ocupo, y el pueblo se enriquece por sí mismo;
es mi deseo no tener deseos,
y el pueblo se torna simple por sí mismo.
Con un gobierno caótico,
el pueblo se torna honrado.
Con un gobierno vigilante,
malicioso se vuelve el pueblo.
La felicidad se apoya en la desgracia,
la desgracia en la felicidad se esconde,
¿Quién sus límites conoce?
¿Acaso no existen normas permanentes?
Lo normal se vuelve en anómalo,
la bondad en maldad se torna.
Ha largo, largo tiempo,
que los hombres han caído en el engaño.
De ahí que (el sabio) sea recto mas sin herir,
acerado pero sin pinchar,
franco mas no desconsiderado,
luz que no deslumbra.
Cuando se gobierna a los hombres y se sirve al cielo,
nada hay como ahorrar (la energía vital).
Sólo ahorrando (la energía vital),
se puede estar prevenido.
Estar prevenido es acumular virtud de continuo.
Acumulando virtud de continuo,
nada hay que no se pueda superar;
si nada hay que no se pueda superar,
no hay modo de conocer los límites de su fuerza.
Cuando no hay modo de conocer los límites de su fuerza,
se puede poseer el Estado.
Cuando se posee a la madre del Estado,
es posible conservar (el dominio) largo tiempo.
A esto llaman profunda y firme raíz,
camino de la larga vida y de la visión perdurable.
Regir un gran Estado es como freír un pequeño pez.
Cuando se usa del camino para gobernar el mundo,
los demonios pierden su maléfico poder.
No sólo los demonios pierden su maléfico poder,
sino que tampoco los espíritus hacen daño a los hombres,
sino que tampoco les hacen daño los sabios.
Unos y otros no se dañan mutuamente,
y así su virtud se hace una (en el camino).
Un gran Estado,
es como las tierras bajas hacia las que fluyen las aguas,
es la hembra del mundo.
En las uniones del mundo,
siempre la hembra con su quietud al macho vence.
Para alcanzar su quietud,
es menester ocupar el lugar inferior.
Por eso un gran Estado se rebaja ante un Estado pequeño,
y así se apodera de él.
Un Estado pequeño se rebaja ante un gran Estado,
y así se ve conquistado por él.
Por tanto ora uno se rebaja para conquistar,
ora el otro se rebaja y acaba conquistado.
Por eso el gran Estado sólo desea acoger y alimentar al otro,
y el pequeño Estado entrar al servicio del otro es solo lo que desea.
Para que entrambos obtengan lo que desean,
el grande habrá de rebajarse.
El camino,
hogar de todos los seres,
tesoro de los hombres buenos
y protector de quienes no lo son.
Con hermosas razones se puede ganar la fe de los hombres,
y con nobles acciones sobresalir entre ellos.
A los hombres que no son buenos,
¿porqué rechazarlos?
Por eso cuando se corona al Hijo del Cielo,
o se nombra un gran consejero,
aunque se presente un disco de jade delante,
y detrás la carroza de cuatro caballos,
mejor fuera permanecer sentado y ofrecer esto (el camino).
¿Por qué los antiguos tenían al camino en tan alta estima?
¿No se dice acaso que con él se obtiene lo que se busca,
y que con él libre de culpa se ve quien ha cometido un delito?
Por eso es tan estimado del mundo.
Actúa sin actuar,
ocúpate en no ocuparte en nada,
saborea lo que no tiene sabor.
Ten por grande lo pequeño y por mucho lo poco,
responde con la virtud a los que mal te quieren.
Intenta lo difícil en lo fácil,
realiza lo grande en lo menudo.
Las cosas difíciles del mundo comienzan por lo fácil,
y las cosas grandes del mundo por lo menudo empiezan.
Por eso el sabio nunca realiza cosas grandes,
y así es como puede llevar a cabo grandes cosas.
Quien promete a la ligera por fuerza gozará de escaso crédito,
quien juzga todo lo fácil por fuerza hallará todo difícil,
de ahí que el sabio tenga todo por difícil,
y así nunca tropieza con dificultades.
Lo estable es fácil de mantener;
antes de los augurios, trazar es cosa fácil;
fácil de quebrar es lo frágil, y de dispersar lo que es pequeño.
Hazlo antes de que suceda,
pon orden antes de que estalle el caos.
El árbol que apenas puedes abrazar,
ha nacido de una minúscula punta;
la torre de nueve pisos,
comenzó con una espuerta de tierra;
la ascensión a una altura de cien ren, (= 3 chi; 1 chi= +/- 33cms.)
empieza por un primer paso.
El que actúa, fracasa;
el que aferra algo, lo pierde.
Por eso el sabio no actúa,
y de ese modo no fracasa;
nada aferra,
y de ese modo nada pierde.
Siempre que las gentes emprenden un negocio,
fracasan cuando lo culminan.
De donde el dicho:
«Sé tan prudente al final como al principio,
y no fracasarás en tu empresa».
Por eso el sabio desea no desear nada,
y no estima las mercancías difíciles de obtener;
tiene por saber el no saber,
y hace otra vez lo que las gentes ya han hecho;
es capaz de favorecer el curso natural de los diez mil seres,
mas nunca osa actuar.
Los antiguos practicantes del camino,
no usaban de él para ilustrar a las gentes,
sino para mantenerlas en la ignorancia.
Si el pueblo es difícil de gobernar,
es por causa de sus conocimientos.
Por eso gobernar el Estado usando de la inteligencia,
es ser un bandido para el Estado;
gobernar el Estado sin usar de la inteligencia,
es encarnar la virtud del Estado;
tener siempre estas dos razones,
es también una norma principal.
Tener siempre presente esta norma principal,
a eso llaman misteriosa virtud.
La virtud misteriosa es profunda, vasta,
junto con las cosas retorna (al camino),
y así alcanza la gran armonía (con la naturaleza).
¿Por qué el Gran Río y el Mar pueden ser reyes de cientos de ríos?
Porque saben estar por debajo de ellos,
y así pueden reinar sobre cientos de ríos.
Por eso, si el sabio desea elevarse sobre las gentes,
fuerza será que se rebaje ante ellas en sus palabras;
y si desea andar delante de las gentes,
fuerza ha de ser que se ponga a su zaga.
Y así estará encima sin que las gentes sientan su peso,
y delante sin que las gentes sientan daño.
Todo el mundo de buen grado le sostiene,
sin sentirse de él hastiado.
¿No es acaso porque él con nadie pugna?
Por eso nadie en el mundo es capaz de pugnar con él.
Un Estado pequeño, de escasas gentes,
que aun poseyendo herramientas en abundancia no usa de ellas,
y donde las gentes sienten respeto por la muerte y excusan desplazarse.
Hay barcos y carruajes, mas en ellos nadie monta;
hay armas y corazas, mas nunca ocasión de mostrarlas.
Las gentes han retornado al uso de los nudos.
Hallan sabrosa su comida,
hermosos sus vestidos,
alegres sus costumbres,
tranquilas sus moradas.
Divísanse a lo lejos los Estados vecinos,
óyese el canto de sus gallos y el ladrar de sus perros,
mas las gentes llegan a viejas, y mueren, sin haberse visitado.
Las palabras verdaderas no son gratas,
las palabras gratas no son verdaderas.
El saber no es erudición,
el erudito nada sabe.
El bien no es lo mucho,
lo mucho no es bueno.
El sabio no acumula,
obra enteramente para los otros,
y posee cada vez más;
lo da todo a los demás,
y cada vez más tiene.
De ahí el camino del Cielo:
traer provecho y no daño;
y el camino del Hombre:
actuar y no contender.
Todos en el mundo dicen que soy grande,
tan grande que a nada me asemejo.
Sólo porque a nada me asemejo,
puedo ser grande.
De asemejarme a algo,
tiempo ha que fuera ya pequeño.
Tres son los dones que siempre conmigo tengo
y que guardo con esmero.
Llámese la una amor;
sobriedad la segunda;
la tercera, no atreverme a ser del mundo el primero.
Con amor, puedes ser valiente;
con sobriedad, generoso;
no atreviéndote a ser el primero, señor de todas las cosas.
Al presente se quiere ser valiente sin amor,
generoso sin sobriedad,
ser el primero sin ponerse detrás;
lo cual es la muerte cierta.
Con el amor,
se vence en el combate,
se es firme en la defensa.
El Cielo le hará fuerte,
como si el amor le sirviera de muralla.
Un buen caudillo militar no usa de las armas,
un buen guerrero no se deja llevar de la ira,
quien sabe vencer a su enemigo no entabla con él combate,
quien sabe usar a los hombres se acomoda debajo de ellos.
A eso llaman virtud del no-luchar.
A eso llaman usar a los hombres,
a eso llaman entrar en armonía con el Cielo,
y es ley desde la remota antigüedad.
Entre los estrategas corre un dicho:
«No osara yo hacer de anfitrión, antes de huésped;
no osara yo adelantar un cun (3 1/3 centímetro), antes recular un chi».
A eso dicen avanzar (en columna) como si no se avanzara,
estirar los brazos como si no se estiraran,
empuñar las armas como si no se empuñaran,
cerrar con el enemigo como si con él no se cerrara.
No hay calamidad mayor que menospreciar al enemigo,
menospreciar a mi enemigo casi sería perder mi tesoro.
Por eso cuando se enfrentan fuerzas iguales,
vence el que de ello no recibe contento.
Mis razones,
fáciles son de comprender,
fáciles de ejercitar;
mas en el mundo nadie hay capaz de comprenderlas,
nadie capaz de ejercitarlas.
Las razones han de tener un origen,
y los actos un señor.
Como (los hombres) no os conocen,
tampoco me conocen a mi.
Raros son los que me conocen,
con lo que resalta mi nobleza.
Por eso el sabio, vestido de estopa,
alberga un jade en su pecho.
Conocer es no conocer,
de ahí lo más excelente.
No conocer es conocer,
de ahí el mal mayor.
El sabio libre se haya de mal,
porque lo padece.
Lo padece,
y por eso de mal está libre.
Cuando las gentes pierden el miedo al poder,
sobrevienen hechos terribles.
No les aprietes en sus moradas,
mi les hagas la existencia amarga.
Sólo si no les amargas,
tampoco ellos te margarán a ti.
Por eso el sabio,
se conoce y no se exhibe, ámase y no se ensalza.
Rechaza lo uno y adopta lo otro.
El valiente hasta la temeridad, es muerto;
el valiente mas no temerario, conserva la vida;
de entrambos, al uno aprovecha y al otro daño hace.
De la aversión del Cielo,
¿quién conoce la razón?
Es el camino del Cielo,
saber responder sin hablar,
acudir sin ser llamado,
saber trazar sin presura.
Inmensa es la red del Cielo,
de la que nada escapa pese a ser grandes sus mallas.
Si las gentes han dejado de temer a la muerte,
¿para qué matar con ánimo de asustarlas?
Si las gentes temieran siempre a la muerte,
y a los hacedores de maldades me fuera dado aprehender y matar,
¿quién osaría después?
Si las gentes por fuerza han de temer siempre a la muerte,
siempre habrá quien tome a su cargo el matar.
Matar en lugar de quien lo tiene a su cargo,
es como serrar madera en lugar de un carpintero.
Quien sierra madera en lugar del carpintero,
rara vez deja de herirse la mano.
Los hombres están hambrientos,
por causa de los muchos tributos,
por eso están hambrientos.
El pueblo llano difícil es de gobernar,
porque los de arriba actúan,
por eso es difícil de gobernar.
Las gentes desprecian la muerte,
porque (los de arriba) sólo buscan gozar de la vida,
por eso desprecian la muerte.
No hacer nada por la vida,
más sabio es que tener la vida en alta estima.
El hombre, al nacer débil y blando,
tórnase al morir rígido y duro.
Las yerbas todas y árboles,
al nacer tiernos y frágiles,
tórnanse al morir secos y tiesos.
De ahí el dicho:
«Rigidez y dureza llevan a la muerte,
debilidad y blandura a la vida llevan».
Por eso las armas fuertes no vencen,
el árbol vigoroso muere.
De ahí que lo fuerte y lo grande estén debajo,
y arriba lo que es débil y lo que es blando.
El camino del Cielo,
semeja al que tensa un arco,
baja lo que arriba está
y sube lo que está abajo,
quita de donde sobra
y añade donde no basta.
Por eso el camino del Cielo,
quita al que tiene de más,
y colma al que no tiene bastante;
el camino de los hombres,
quita al que no tiene bastante
y da más al que tiene ya de sobra.
¿Quién es capaz de dar lo que le sobra a (todos los hombres bajo) el cielo,
si no es aquel que está en posesión del camino?
De ahí que el sabio actúe sin apropiarse de nada,
y triunfe sin jactarse de su éxito.
Y obra así porque no desea manifestar su talento.
Nada hay en el mundo más blando y débil que el agua,
mas nada le toma ventaja en vencer a lo recio y duro,
pues que nada en ello puede ocupar su lugar.
El agua vence a lo duro,
el débil vence a lo fuerte,
nadie en el mundo ignora (esta razón),
mas en el mundo nadie es capaz de atenerse a ella.
Por eso dice el sabio:
«Sólo quien hace suyos los infortunios del Estado,
merece llamarse soberano del mundo».
Las rectas razones parecen significar lo contrario.
Cuando se resarce de una gran injusticia,
por siempre algo de injusticia resta,
¿cómo podría tenerse esto por bueno?
Por eso el sabio guarda la mitad izquierda de la tablilla,
mas contra el deudor no se querella.
Quien posee la virtud se atiene a lo pactado,
quien de virtud carece se da a recaudar tributos.
El camino del Cielo no hace elección de personas,
siempre ayuda a los hombres de bien.”
«(Libro de la) Virtud» Escrito en tres mil y cuarenta y un (caracteres)
DAO DE JING (Completo)nota: En el PDF incluyo los textos en
pinyin actual, por si alguno de vosotros estudia textos orientales, filología china o similares
Fuentes: Propias,
wikipedia; otras fuentes textuales y gráficas de la Red.
Un saludo a todos y que el
dao nos alcance a todos
Itsumo 51er, banzai!!
'Sé que un pájaro vuela, que un pez nada, que un animal anda; para lo que anda puedo hacer trampas; para lo que nada, puedo hacer sedales; para lo que vuela, puedo hacer arcos y flechas. En cuanto al dragón, sin embargo, escapa a mi inteligencia de qué manera se eleva hasta el cielo montado en el viento y las nubes. Después de haberlo visto hoy, pienso si Lao zi no será como un dragón.' Kung Fu Tse (Confucio), tras una anécdota con el mítico Lao zi a quien fue a consultar en el Estado de Zhou.